No todas las decisiones se basan en la razón
La Lógica oculta de la vida, Tim Harford (2008), es un libro que nos enseña que el ser humano toma sus decisiones de manera racional “respondiendo a estímulos: cuando resulta más costoso hacer algo, la gente tenderá a hacerlo menos; cuando resulta más fácil, económico o beneficioso, se inclinará a hacerlo con más frecuencia”. En la presente reseña mostraré como no estoy de acuerdo con la tesis principal del libro, ya que el autor no tiene en cuenta factores como los psicológicos o morales que influyen en las personas. Considero que es una obra que hay que leer, independientemente de si estás de acuerdo o no con el autor, porque permite al lector entender con qué criterios escoge el ser humano sus decisiones, que, en contra de lo que defiende el autor, no siempre se basan en la razón. He seleccionado varios temas que el autor trata a lo largo del libro y los comentaré y analizaré de forma crítica, comparándolos con los de El libro prohibido de la economía, Espasa, 2015.
A la hora de tomar decisiones, las personas tienen en cuenta las limitaciones globales de las mismas
“Cuando sopesan sus opciones, las personas tienen presentes las limitaciones globales de las mismas: no sólo los costes y beneficios de una elección en particular, sino su presupuesto total. Y también considerarán las consecuencias futuras de las elecciones presentes” (pág. 29)
Considero que aún cuando esta teoría es en parte cierta, muchos economistas generalizan al tratar de modelar el proceder de las personas a través del supuesto de que estas se comportan racionalmente, ya que hay que tener en cuenta que no todas las personas actúan de ese modo. Los economistas hacen cálculos tratando de predecir el comportamiento humano basados en variables ideales, y no tienen en cuenta que la complejidad de la mente humana va más allá de estos meros supuestos, olvidando las injerencias psicológicas o morales que influyen en las personas.
Lo mismo pasa con la teoría de la Pirámide de Maslow expuesta en El libro prohibido de la economía, se expone que los seres humanos satisfacemos nuestras necesidades basándonos en una jerarquía de necesidades que establecemos racionalmente, pero no se tiene en cuenta a la mujer. Para la mujer no tiene sentido ordenar las necesidades porque ella las siente todas al mismo tiempo. Por lo tanto, estas teorías son demasiado generalizadoras y no sirven para aplicarlas a todos por igual. El Homus economicus sí que se equivoca, no elabora siempre cálculos perfectos y no es siempre moralmente egoísta e individualista. La economía no es una ciencia exacta.
Perversión del sistema económico
Varias tesis planteadas por Harford a lo largo del libro reflejan la perversión del sistema económico de la que habla Trias de Bes en El libro prohibido de la economía. Un ejemplo es la tesis que sostiene Harford sobre que el divorcio ha mejorado la integración de las mujeres en la vida laboral porque éstas, al plantearse que el matrimonio no es para toda la vida, se han preocupado por “conservar opciones profesionales a modo de seguro de divorcio”. El autor no tiene en cuenta que la causa principal de la incorporación de la mujer al mercado es probablemente el deseo de realización personal y de independencia económica.
Otra de las tesis planteadas es el hecho de que los jefes cobren más de lo que sus empleados creen que deberían cobrar. No se recompensa el trabajo duro, porque si así fuera todos sabrían que trabajar más que los demás les garantizaría un aumento de sueldo. En cambio, lo que realmente parece que motiva más al trabajador es conocer el sueldo que perciben los directivos. Eso muestra cómo en el sistema económico en el que vivimos se prima más lo material antes que la calidad del trabajo del empleado.
Una gran mayoría de las decisiones que tomamos están íntimamente relacionadas con la ley de la oferta y la demanda
Estoy de acuerdo con Harford en que muchas de las decisiones que tomamos están relacionadas con la ley de la oferta y la demanda, o con otro factor al que llama ‘externalidad positiva’. Dos ejemplos que utiliza son el del nuevo modelo de ‘Nike Armax’, que compramos a pesar de que valen 100 euros más que las Nike tradicionales porque han ganado valor porque mucha gente las compra. Y ¿por qué voy al nuevo bar de cócteles que va todo el mundo, a pesar de ser un local 20 veces más pequeño que al que solía ir? La respuesta es la misma, el bar nuevo ha ganado valor porque va mucha gente. En el momento en que la gente deje de comprar las bambas o deje de ir al bar, su valor disminuirá.
Esta misma idea se expone en El libro prohibido de la economía, Trias de Bes pone el ejemplo de que cuando uno compra un BMW por 40.000 euros, en realidad de esos 40.000 euros se está gastando 10.000 en comprar autorrealización y sentimiento de pertenencia. Como la gente compra un BMW, el BMW gana valor y yo también lo compro, si nadie lo compra su valor disminuirá y optaré por comprar un coche de otra marca.